sábado, 14 de agosto de 2010

El balde chino.

Una anciana señora china poseía dos grandes baldes, suspendidos en cada extremidad de una vara, que ella cargaba a la espalda.  Uno de los baldes estaba rajado y el otro perfecto. Éste último estaba repleto de agua al final de la larga caminata desde el torrente hasta la casa, en cambio, el otro, llegaba siempre medio vacío. Por largo tiempo esto fue así, con la señora llegando a la casa con sólo balde y medio de agua. Naturalmente, el balde perfecto estaba muy orgulloso de su trabajo, y el pobre balde rajado tenía verguenza de su defecto, de hacer sólo la mitad de aquello que debería hacer.
- "Tengo verguenza de mí mismo, porque esta grieta me hace perder la mitad del agua durante el camino hasta tu casa."
La anciana, sonrió.
-"¿Has observado qué hermosas flores hay en tu lado del camino?" "Yo siempre he sido consciente de tu defecto, y he plantado semillas a lo largo de tu camino. Y todos los días, cuando regresábamos, tu las regabas." "He podido recoger algunas de esas flores y adornar la casa." "Si no fueras como eres yo no habría tenido esas hermosas flores." "Cada uno de nosotros tenemos algún defecto. Pero el defecto que cada uno de nosotros tenemos, es el que hace que nuestra convivencia sea interesante y gratificante. Es preciso aceptar a cada uno por lo que es, y descubrir lo que tiene de bueno".

Unos amigos me enviaron este relato en power point, y como todavía tengo que aprender a colgar presentaciones en el blog he tenido que transcribirlo. Merece la pena...

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